SOBRE EL ORIGEN DE LA MALDAD HUMANA

Dos niños de siete y nueve años asesinaron a una niña de dos, el domingo pasado cerca de Buenos Aires. Milagros Belizán fue primero golpeada en la cabeza, luego colgada en una pared y finalmente apaleada sin piedad con tablas y asfixiada poco a poco hasta que murió. Los forenses aseguran que sufrió una «larga agonía» y que ni aun así logró la piedad de sus asesinos. Sus verdugos, una vez detenidos, relataron con toda frialdad hasta los mínimos detalles de su acción y se mostraron, según la magistrada que los interrogó, plenamente conscientes de lo que habían hecho (más aquí >>> ) Los dos pequeños asesinos son hermanos y pertenecen a un hogar disfuncional, de una barriada pobre: el padre se largó y la madre los ha educado a golpes. Los indignados vecinos han mostrado ganas de linchar a los niños, por lo que las autoridades planean sacarlos del barrio. El mal parece ser una corriente eléctrica que se recibe y que al resultar intolerable es preciso transmitir a otros. En cada bestia humana hay baba de otras bestias humanas. La condena firme, sea linchamiento o silla eléctrica, pone fin al mal. Los hechores pagan, aunque los pasos previos, los antecedentes que pusieron a punto su bestialidad, no aparecen a la vista. La nueva muerte hace justicia, y al mismo tiempo es una bestialidad que se transmitirá en nuevas cadenas de comportamiento humano destructivo. Los miembros de nuestra especie parecen disponer de un nodo capaz de recepcionar un abuso, almacenarlo en su memoria y traspasarlo luego a otros seres vivos. Otra posibilidad de entender estos hechos sería el que todos llevamos un demonio dentro, aunque unos màs que otros, y por donde hay una puerta abierta la maldad va a hacerse presente: esta tesis conduce a la necsidad de cerrarle puertas posibles a la bestialidad humana por medio de la vigilancia, la sospecha, el castigo, etc., y más recientemente, mediante un perfil o patrón genético de conductas previsibles que al parecer es posible de hacerle a los niños ya desde la primera infancia.